“Todo lo que ocurre, cuando tiene importancia, es contradictorio por naturaleza. Hasta que apareció aquella para la que escribo esto, pensaba que las soluciones para todo se encontraban en algún lugar exterior, en la vida, como se suele decir. Cuando la conocí, pensé que estaba aprehendiendo la vida, aprehendiendo algo en lo que podía hincar los dientes. Y en cambio, se me escapó la vida de las manos. Extendí los brazos en busca de algo a que apegarme... y no encontré nada. Pero, al hacerlo, con el esfuerzo por aferrarme, por apegarme, descubrí, pese ha haber quedado desamparado, algo que no había buscado: a mí mismo.
Descubrí, que lo que había deseado toda mi vida, no era vivir sino expresarme. Comprendí que nunca había sentido el menor interés por vivir, sino sólo por lo que ahora estoy haciendo, algo paralelo a la vida, que pertenece a ella y al tiempo la sobrepasa . Lo verdadero me interesa poco o nada, tampoco lo real, siquiera: sólo me interesa lo que imagino ser, lo que había asfixiado día a día para vivir. Morir hoy o mañana carece de importancia para mí, nunca la ha tenido, pero no poder siquiera hoy tras años de esfuerzo, decir lo que pienso y siento... eso si me preocupa, me irrita. Desde la infancia me veo tras la pista de ese espectro, sin disfrutar de nada, sin desear otra cosa que ese poder, esa capacidad. Todo lo demás, todo lo que hiciera o dijese en relación con eso, es mentira. Y es, con mucho, la mayor parte de mi vida…”
“Eso de tomar las cosas muy en serio... recuerdo que no me apareció hasta la época en que me enamoré por primera vez. Y ni siquiera entonces me las tomaba bastante en serio. Si lo hubiese hecho de verdad, no estaría ahora aquí escribiendo sobre eso: habría muerto de pena o me habría ahorcado. Fue una mala experiencia, porque me enseño a vivir una mentira. Me enseño a reír cuando no lo deseaba, a trabajar cuando no creía en el trabajo, a vivir cuando carecía de razón para seguir viviendo. Incluso cuando la hube olvidado, conservé la costumbre de hacer aquello en lo que no creía.”
Henry Miller “Trópico de Capricornio” fragmentos II y III
No hay comentarios.:
Publicar un comentario