Yo no puedo con la poesía quejumbrosa
esa que desata los tendones de la euforia
inútilmente como si exhalara muerte en
sus rugidos, como si la vida se escondiera
y diera chance al descalabro de los huesos,
de esos que comulgan con helmintos
y hacen fiestas y aquelarres ambulantes,
de cadáver peregrinando medio histérico
de cazuela de albatros con ensalada de tordo
no me hago más cargo de su estatuaria petulante
yo renazco bajo el lodo de la calle inerme
ciudadano de a pie que calza alpargatas Iberia
yo, balancín de la plaza antes que llegara el alcalde
yo paseante los domingos con el traje ad honorem
rúbrica imprecisa de mi sueldo en alógeno
pisada que han desdibujado cientos de habitantes
no tengo nada que ver contigo, pájaro de mal agüero
me desconozco si te he dedicado un verso
no te he visto ni en pelea de perros,
no cacho de ti ni una, colágeno sin elastina
no tienes ni un veinte de idea, tú, ceremonial
de iglesia prístina,
famosín al pedo, truco al borde de la cornisa
alero miserable bajo el brazo, comidilla lúgubre
tu insistencia me da el asco propio de los tábanos
aleteando ponzoñosos en la vera de la esquina de la carne
tú curahuilla en tránsito, ten más cuidado con lo que toses,
no te me hagas para el lado, sin primero saludarme, cuchufleta informe,
tísico astrolabio tirado a hombre. Saludos.
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