Hoy escribo para aquella
en otro tiempo,
sin alarde de constancia,
ni limpieza en nuestro templo
sino muy por el contrario:
sencillamente
porque me hace de las suyas
zamarreando,
con el asombro automático
de un lado para otro
de su cabellera pátina,
tipo alfombra para abrazos
o esa piel de caramelo
toda evidencia,
toda pirueta de pájaros
porque ella es el tiempo
y es el cáliz,
pequeña y estupenda
conversando,
como un tornillo,
o aplaudiendo como
ella es el patio de la primavera
entrando,
en la tibieza de sus cerros blancos,
atareada como sólo una nube
porque ella es al aire libre
sin aspavientos
ni ojos entornados,
ni culebrones estéticos,
ni lengua de mi saliva hablando,
o como los dedos aferrados
a una mano abrazándose
ella nos saluda como el aire y nos circunda,
como una espalda o como un muslo,
con sus secretos pechos colmados de hilos,
por anhelos secretados por mis labios,
rebosantes de palabras presurosas
y exquisitas,
como el hambre de los apetitos salvajes
toda cariátide, toda flora,
toda capilla y ábside,
en lo más alto,
porque no es almizcle
ni pálida rosa,
sino una sólida columna tracia
erizándose,
como un precipicio o un risco,
como una montaña rusa
auto deslizándose
ella se arrebata
como sólo las vertientes
o la tierra firme
consagrada,
acueducto de Segovia
transportando el agua,
ella da luces,
como sólo el arte contemporáneo,
dentro de una sala de operaciones
lo bueno en esta etapa
tiene que ver con ella,
y con sus apapachos
caprichosos,
como sólo la venganza puede
y esa forma, cara pálida,
de hacernos saltar hacia adelante
nunca se ha de hacer la sombra
para aquella,
porque aquella es una isla vaga
para sí misma,
levemente,
que se abastece y reconstruye callada,
otorgándose,
toda la simpleza y los placeres
inaccesibles,
antes que siquiera algún mortal,
logre pronunciarla,
en una sola palabra.
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