lunes, enero 19, 2009

s/c...


Hoy escribo para aquella

en otro tiempo,

sin alarde de constancia,

ni limpieza en nuestro templo

sino muy por el contrario:

sencillamente


porque me hace de las suyas

zamarreando,

con el asombro automático

de un lado para otro

de su cabellera pátina,

tipo alfombra para abrazos

o esa piel de caramelo

toda evidencia,

toda pirueta de pájaros


porque ella es el tiempo

y es el cáliz,

pequeña y estupenda

conversando,

como un tornillo,

o aplaudiendo como el optimismo,

ella es el patio de la primavera

entrando,

en la tibieza de sus cerros blancos,

atareada como sólo una nube


porque ella es al aire libre

sin aspavientos

ni ojos entornados,

ni culebrones estéticos,

ni lengua de mi saliva hablando,

o como los dedos aferrados

a una mano abrazándose


ella nos saluda como el aire y nos circunda,

como una espalda o como un muslo,

con sus secretos pechos colmados de hilos,

por anhelos secretados por mis labios,

rebosantes de palabras presurosas

y exquisitas,

como el hambre de los apetitos salvajes


toda cariátide, toda flora,

toda capilla y ábside,

en lo más alto,

porque no es almizcle

ni pálida rosa,

sino una sólida columna tracia

erizándose,

como un precipicio o un risco,

como una montaña rusa

auto deslizándose


ella se arrebata

como sólo las vertientes

o la tierra firme

consagrada,

acueducto de Segovia

transportando el agua,

ella da luces,

como sólo el arte contemporáneo,

dentro de una sala de operaciones


lo bueno en esta etapa

tiene que ver con ella,

y con sus apapachos

caprichosos,

como sólo la venganza puede

y esa forma, cara pálida,

de hacernos saltar hacia adelante


nunca se ha de hacer la sombra

para aquella,

porque aquella es una isla vaga

para sí misma,

levemente,

que se abastece y reconstruye callada,

otorgándose,

toda la simpleza y los placeres

inaccesibles,

antes que siquiera algún mortal,

logre pronunciarla,

en una sola palabra.


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