sábado, agosto 22, 2009

s/c...



No es el principio de una obra lo importante,
nones

o las curtiembres de la existencia, ya no importan,
no interesan los affaires, esos plantones o los embustes

allá fuera hay una guerra en ciernes,
y violaciones a los derechos humanos
y hay humanos violando a sus congéneres,
personas brindando su ayuda
justo en medio de sus propias marchas nupciales

llamados a la prudencia y a la calma,
personas felices que nunca más aparecen,
dolores, en realidad inasibles,
festines de vísceras humanas por el aire

es evidente que un tratamiento de conductos
nunca va a doler tanto

y la propia obra, no nos va a interesar demasiado en su origen.





Vaya con la sagrada familia,
al hijo lo tienen y mantienen
amarrado a una cuadriga para perros,
para que ladre y asuste de vez en cuando,
eh ahí a la familia abandonada que no crece,
pero que se traga con tutti,
hasta la mala onda del bebé de 20

saludos a tu horrible mascota,
tú y él, intercambiados al nacer.





¡Oh pequeño delincuente!
¡oh primerizo!
en las chorizas lides del destino,
abracadabra del inicio de tu muerte,
opiáceo fíjate:
caminas como un imbécil,
muerto de la risa como un Al Capone pobre,
tonto pero enjundioso y ok,
las buenas expectativas nunca estarán de tu parte,
como sí las ONG de tu madre, pero llevándote en andas.





No aplasten al perrito de la cuadra de enfrente por favor,
no digan malas palabras o se tironeen el pelo,
o rayen esas bonitas murallas;
no golpear ni galopar a los hijos e hijos:
no incinerar (quizá) casualmente esas medallas de los padres;
ni desearle la muerte a los padres de la patria,
o tirarse al dulce con las beatas vírgenes locales;
hay que saber ubicarse y no necesariamente de punto fijo;
no a los vigilantes y cancerberos de la especie,
ni al altoparlante de la radio de la micro,
no destruyan (please!) los escasos bosques que nos van quedando,
ni os aplastéis los unos a los otros, como yo sí os he aplastado.





Señores choferes de micro de Chile:
de ustedes depende el futuro de la buena poesía de Chile,
no de la Academia ni de sus carreras afines;
el negro mercado de las urbes, ustedes los transitan a diario,
amén.





Ahora resulta que soy el más feo,
el que ni muerto de la risa
tiene donde caerse muerto,
el que ni ellas pescarían,
ni una gracia, ni un sustento,
en teoría: un velociraptor, pero al revés.


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