A los celestes
puntos cardinales
o chóferes de las micros,
a esos caballeros
del Zodíaco por la tele,
ya tenemos suficiente
material acumulado,
para la escritura,
en todas las paredes
del más repugnante
de los recorridos,
sólo un ¼ de atorrantes,
e inaudibles ruidos,
más semáforos en verde
y cruces peatonales,
de los que ya
se quisieran ustedes.
…
Ahora se supone
que hacen aseo
y pasan la aspiradora,
y lustran su cerebro o
estudian,
juran que el trabajo
es suyo
y que vale la pena.
…
Ruido de guata
y misterios ruidos,
porotos con rienda
y ají pebre,
mujeres jóvenes
ensayando en platos
de ensaladas verdes,
cucharones de cristal en mano,
pero sin dientes,
plástico sin ganas
tenedores de mimbre,
de esa joven soledad
del hombre,
nace siempre
una intemperie,
y un estado de holganza,
pero indescriptible.
…
Dramas y anotaciones
de personajes múltiples,
de jóvenes en tratamiento
o decepciones,
de seres humanos simples,
que son los que
más trabajo exigen
y todavía + en explicaciones,
como en una cámara de tortura,
descolgándose de las esquinas,
como arañas torpes,
anacondas de cobre,
por debajo de su féretro
donde nuestros jóvenes aprenden,
a desaparecer como estropajos
callados, quedamente
fútiles, como gases atrapados
en un balón de 15,
gas mostaza en el completo
con más Ketchup de la tarde,
cómo exudan los gomeros
en las oficinas de parte,
cuando aquellas máscaras de papel,
se van desarmando
lentamente.
…
Mucho cuidado
con las transmisiones ultrasecretas,
las señoras vagamente encopetadas,
ojo con los camiones de aseo,
tirria con los charcos de agua
que en el cemento
todavía nadan,
las gaviotas asesinas del pueblo,
y esos perros para la ropa
cuidado en extremo,
con las radios a pila
y los walky tokys.
…
De tanto trabajar uno ya no sabe
a qué diablos está dispuesto,
en esta suma de errores de los padres,
uno canta con la radio de frente,
como elaborando su cadalso
omnipotente de labriego
manso, o de estudiante perpetuo,
y uno ya no sabe
qué más decir.
…
Nuestro trabajo es el aguante
-no caer tan deprisa-
nuestro trabajo no tiene
que ver con nuestro trabajo
la entereza o la decencia
o el mantener el aplome
de la patria a sus trabajadores,
una fémina apretándonos los dátiles.
…
El perfil
de Marisa Monte,
resucitó
en una micro
intercomunal,
como a las 15: 50,
en dirección a Quilpué.
…
Resulta ahora
que los cabros
bueno pal combo y la patá
se agarraron pal combo y la patá
y a golpes con charchazos,
de gualetas y alerones
voladores varios,
enhebraron sus abrazos
pero en mala, horrores
se apreciaron esta tarde
en el centro soñoliento
de Quilpue,
como aferrándose
mutuamente en alaridos
alharacas con saludos,
afectuosos a sus madres
y demases que mejor
ni les repito,
y uno
tamborileando con los dedos
en el aire apenas,
alfil de la calle,
a separarles esas batracias manos,
y nada,
que estos bacalaos daos,
ya no se acordaban
ni de sus propios nombres.
…
Estos locos
flojitos,
que se pierden
y a duras penas
se alimentan,
con estupideces,
y ven una porquería de tv,
estos locos enanitos de colores
con los calzoncillos
al aire,
no se
de dónde cresta salieron.
…
Guarda esas boletas
para cuando te paguen
el día del níspero,
memorízales
mucho antes que a las
decididas vacas flacas
que te abortan,
de sus planes
con sus tetas de cebolla
como alambres,
pastoreándose la plata
que los otros te deben
pero guárdate,
en la billetera de tu jefe
acurrucado
como una madre,
a pie juntillas del desastre
porque lo tuyo es el reino
de los cielos,
de cada día infame
en que terceros,
buenamente
te inutilizaron.
…
Un escribiente debe
necesariamente andar
arriba de la micro,
atravesando una o dos
ciudades
como mínimo.
…
Cuando ella te pida explicaciones,
mira en dirección del bosque
piensa en country y carreteras Yankees,
o en perfectas pesebreras del oeste,
en ciudades costeras
y gasolineras sin gente,
o en
cuando te mire feo,
súbete a una micro
al interior de otras ciudades,
y cómete un helado simple de $690.
…
Veo pocas micros
veo arboledas,
con los caballeros
de lentes ahumados
escuchando en sus mp3,
como si una paloma inexistente
les hubiera interrumpido el sueño.
…
Se les espanta el sueño
a los ruiseñores,
se les desarma la vasta
y el mocasín de pobres
se les raja;
porque hay que tener
maldita el alma
para ofrecer a este
universo tan poco.
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