Nunca dejo de mirarte
o de sentirte,
mientras amaneces
en tu cama,
tras tus labios
candorosos
que me abducen
nunca dejo
tu recuerdo
abandonarse
a mis palabras
-aquellas-
que pronunciaste
son
serán
por algún tiempo,
mi refugio
más perfecto,
y a la vez
mi pesadilla
en ellas,
frente a su silueta
me acomodo, me estiro
me vuelvo,
me abrazo tiernamente
a tu recuerdo,
como a una vida anterior, sagrada.
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