Nada es necesario al remitente
aquella carta de tan lejos
no atraviesa el universo
a como de lugar
ya no estamos más sintonizados,
conversamos entre cuerpos
derrumbándose
o en la calle desprendida
por un evento inesperado
e inexplicable
un terremoto,
un maremoto
un incendio pero enorme
el desplome de un universo callado
quien está esperándome allá abajo
para sepultarme
y ya no hay tal posibilidad
de reencontrarse,
o de un tal llamado
enternecido al orden
ya no quedan más
que dos pellejos pusilánimes,
en el nombre acongojado de un cobarde
nada más
para que ocupe
aquel lugar eternamente
y no me laves
no me encuentres,
con tus manos de estropajo
ecuánime,
o de cadáver
tímido
porque un sólo de silencio
va y te descompone,
y me haces mierda tantas
reptidas veces,
sin un atisbo de emoción terrible,
exánime.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario