Limpio
en la pared
de la bodega
la tierra
humedecida
en los zapatos
mientras
dejo
el azadón
apoyado
contra
la muralla
luego
de abrir
el agujero
donde
la he puesto
callada
deslizándose
a través,
de aquel
plástico negro
su cabeza
inerme,
entre
los huesos
hundida,
rendida,
como en
un sueño
bajo
el silencio
oscurecido
de las hojas
en la tierra
mientras
mi madre,
a duras
apenas
llama
a mi padre
por
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