Ni la brisa ni el camino hacia el infierno
ni las malas tentadoras compañías
ni ese tiempo azul de cálida primavera
ni las personas o sus conversaciones
ni la calle, ni la prisa, el aire, los árboles
la corteza de la vida o sus escaparates
los rumores pasajeros o las risas soberbias
cada instante queda menos de una hora,
y cada hora se aproxima aquel coloso de la sombra
a derribar de un batazazo nuestras insípidas cabezas.
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