Vieras el tiempo en el puerto
en el cerro sin nubes
con el sol a borbotones
y una lluvia de soles, cayéndole
y la flora en los bordes
y ese verde iridiscente
c/ el viento muy suave refrescando,
desde la rompiente o espumándose
si vieras ahora al azul celeste
de este cielo raso, incólume, abovedado
y la mar cubierta de penachos
y jirones blancos
de infinitos rastros azules,
o espejuelos verdes, como trazos
si pudieras observar el cerro de
enfrente, corretear a los de al lado
llenándoles de casas y de patios,
o de balcones encaramados
escaleras eternas
o miradores plácidos
enredaderas enamorándose
de los peldaños
si estuvieras
acompañándome en mis pasos
al verte
o al hablarte en el medio del paisaje
quizás, tal vez, en una de esas
me comprendas.
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