Me gustan las flores de tu pieza
y el perfume enamorado de tus sábanas
en la oscura calma,
humedecida de tu vientre
y en el abrazo
apretujado tras tu espalda
me desespera y me reclama
y me hace unas señales
tu espalda
me alarga su estampa
o me invita tiernamente
me llama y me acoge, me abraza
tu espalda brillando, salobre
duna hirviente de mis sensaciones blancas,
como un omóplato en mis labios, aferrándose
rayos
uno dice cosas elocuentes y acariciadas
en el recuerdo misterioso y plácido de una espalda.
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