De las sorpresas es el reino de los cielos
de esos tendones de aquellas piernas
sueltas, de los eslabones de los sueños
de los bastonazos donde no se debe
y del bostezo ajeno a la propia condena
del batallar entre las neuras del destierro
y de la partida bajo su mirada oscura
o de la huida, a la que faltan unos huesos
y queda el tiempo dando vueltas
y quedan frases para el bronce
con esas pinturas de estos cuerpos,
como espejos de una lejanía
queda el silencio
y una tarima donde ya nadie se sube
y mi cuerpo que es un remedo de cuerpo
y mi vitalidad desencajada sin aire a la deriva,
y mi esperanza fatua, en tu vandálica desaparición de cada día
siempre ocurriendo.
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