jueves, mayo 13, 2010

s/c



El estilo del chofer
no es el estilo de la escritura,
del pasajero sentado
al final de la micro,
en el asiento de al lado
de la bajada de la micro.





Las tardes de Viña en la micro
traen aquellos dulces
agradables recuerdos
de sopaipillas de cuando gaznate.





Cuántas veces me habré cruzado con ella
sin haberla visto,
o en la micro,
o en el recorrido de al frente,
semáforos van,
semáforos vienen,
en la collera rezagada de atrás Sr. Chófer.





Esa memoria de los recuerdos
es una vieja putona ebria,
en el fin insensato de los cuentos.





No hay que ofenderse con la negra naturaleza del hombre
esos 100 pies de asorochada cabellera no son imaginarios
bárbaros de casta parrillera por Errázuriz camino al puerto.





Saca tus propias conclusiones:
está todo inundándose,
pensando en nuestra muerte,
qué fome sería,
guardarse en el bolsillo
las esquirlas
del acabose de la propia fe
en el hombre.





Sándwich de jamón c/ queso
y un tecito en envase térmico,
una gorra gastada,
un peto de galletas
sobre una tez morena quemada
los dulces c/ bebidas chicas
en caja,
el diario estirado
leyéndose solo.





La madre del arenero sentada,
sobre un tarro de galón
de pintura para interiores al óleo,
el único día de neblina más espesa de mayo,
compartiendo el micro clima del estero,
c/ las vacas estacionadas
a una cuadra
del Colegio Alemán en el cerro.





Este conductor piadoso
le ha parado el transporte público
a esa monjita
donde no debía
y había perdido
ya la fe.





Mamarrachos (as) del estero Marga Marga:
¡Uníos!





Zona de buenas bellezas
y bellezas
harto deterioradas

zona de especímenes,
cardúmenes de ancianos

de viejitas y viejitos
c/ el poto a dos manos

(del trayecto)