martes, noviembre 24, 2009

s/c...




Hay que entender que el pobre bebé es un imbécil
que ha heredado la imbecilidad de la madre
y la estupidez más absurda y supina del padre,
que carece de estudios suficientes o de capacidades
¿destrezas, habilidades? ¿qué es eso?
se pregunta el auxiliar que le tira la carne.





Ya no hay alguien asesinándose el chunchule para que esta cosa funcione, es un poco pornográfico y hoy la gente le hace el quite, no vaya a ser que la paloma se espante o se asuste, o la araña de rincón se nos aparezca en el plato, o nos eructe en la cara un moscardón de esos tornasoles.





Los brocacochis del arte se la saben por libro, llegan con sus madres mirada agacha, arrastrando los azulosos de frío, derramando una estudiada lágrima, apretando cachete, sufrientes, suspirantes, dolientes de la mercadotecnia de sus desastres, hinchados los pulmones por agravios, ya sin control de esfínteres, los dedos retorcidos, recocidos los labios. Las madres, las madres sextantes astrolabios ya no les sirven. Hace rato que dejaron de serles útiles a los brocacochis los programas de la TV, los radioteatros de las radios, las ayudas espirituales de una ONG.





O te haces lárico y retumbante o te abres y cierras de pierna, y tu norte es un elemento fálico –prestamista- enorme, en cualquiera de los casos te la encargo. Matrimonio jurásico. Videoteca del arte. Virgencita del pornosoft.


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