miércoles, enero 02, 2008

Colaboración...


A esta hora, te imagino en tertulias hogareñas, largas sobremesas y sonrisas familiares, de esas que yo misma abandoné.

Y recordaba aquella noche, cuando nos llovían estrellas y se nos hizo de día.

Hoy los zombis deambulan por las calles, llenas de basura espacial.

Me encontré con varias replicantes que serían de tu gusto.

Esas flacas, altas, delgadas, rubias, rodeadas de sus guardias panzones de gruesas billeteras.

Me detuve a tomar un café capuchino, mientras leía el libro que me prestaste.

Te escribo cartas todo el tiempo, para contarte en que se van mis tardes tan cerca de ti, pero tan lejos, cuando no estas.

Vuelves a lo tuyo, tu espacio, tu lugar.

Yo sigo aquí. Como mosca llevada a otra ciudad.

Pero no extraño, me gustan los aromas, colores y retumbos. Las gaviotas como sonido de fondo reemplazan mis queltehues.

Demasiada gente alrededor, busque un lugar desde donde observar.

Algunas replicantes bostezan, mientras sus parejas observan con deseo las de al lado.

Llegue hasta el muelle que me recomendaste y estaba cerrado.

Unos niños llegan a mi puesto de vigilancia y me rodean.

Duele!, duele!, gritan a mi lado, al pisar el pasto lleno de esquirlas de la lucha nocturna.

Le ganamos a la llegada del año, aun estamos vivos.

Me sorprendió conocer el lado B del descontrol mientras decías:

Ay por Dios!.

El cuerpo responde mal frente a estímulos poco conocidos.

Ay por Dios!.

Terminaremos embriagados deambulando por la noche porteña te dije, mientras el flaco alto llora sus penas

Ay por Dios!.

Lleguemos pronto a algún lugar donde pueda estar tranquilo.

Ay por Dios!.

Que vergüenza, que descontrol, tú repetías.

Y a mi no me importaba, yo solo te miraba feliz de estar conmigo, por darme la oportunidad de ver el día de noche en medio de una guerra espacial, con buques de la armada incluida, marinos y zombis replicantes en un amanecer, en que no hicimos el amor.


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