sábado, diciembre 15, 2007

Nosotros...

Manos unidas bajo la mesa, las tuyas, manos acariciadoras, besadoras, tocadoras, sumadas a aquellos ojos grandes que lo recorren todo, esas manos inspiradoras de placer, son el paraíso, son Valparaíso.

Eran nuestras manos, manos unidas bajo la excusa de sostenernos frente a una caída, las manos unidas sobre la mesa, sudadas de puros nervios, riendo, riendo las bocas, riendo las manos.

Vienes a mi entre las sombras, claroscuros de brisas calidas por la cercanía, ahí estabas, mi hombre azul presente, ¿quien podía tener frío contigo al frente?, al lado, detrás.

Si pudieras escuchar lo que de mi mente brota cada vez que tus manos me tocan, no hubieses tenido dudas, nunca.

Mi mirada simple, jugueteando de un lado a otro, para no mirarte y caer ahí mismo rendida. Mi lengua ayudando en los nervios y sin dejarse de mover, parloteando cualquier cosa, mientras tu, estabas ahí, sereno, mirando, abriendo tus ojos enormes, y de mi brotando mi risa loca, de una boca ansiosa de la tuya.

El lugar no importaba, solo importamos tú y yo, teniendo la oportunidad de un nosotros.
La noche nos iba dejando solos, a cada momento acercándonos, mientras las calles nos decían que éramos nuestros. Nos susurraban mis tacones que te guiaban a mis piernas, ellas te decían ven y tu les decías después de verte caminar, no existe un no.

Recorrimos una vieja ciudad vestida de espuma de mar, desnudada para nosotros, y yo solo pedía que nunca amaneciera, no mientras tus manos me sujetaban al bajar escaleras.
Pero la noche acababa, debíamos volver cada uno por su lado.

No, no eras carita de ángel, no, no tenias tus alas cortas, pues eres libre. No, no era todo lo que se esperaba, fue mejor, fue mejor.

No hay comentarios.: