miércoles, diciembre 05, 2007

Paisajes

Una de las cosas que más disfruto en la vida es recorrer los campos.
Hoy fue una tarde calurosa, casi infernal, mi caminar rápido de niña traviesa no ayudaba mucho a bajar los grados Celsius, ni mi tan famosilla brisa tibia era refrescante. Hoy el sol estaba abrazando, quemando, más que nunca.
Definitivamente el diablo andaba suelto.
Hoy no disfrutaba, a pesar de que ahí seguía, como siempre, el verde pasto, el agua corriendo por las acequias, los niños jugando en esos caminos de tierra, empolvados hasta los parpados.
Las sonrisas, ¿eran las mismas?, la gente en sus bicicletas, saludándose unas a otras y ese olor a tierra mojada, los recuerdos, ¿eran los mismos?
Todos estaba ahí, todo seguía ahí… entonces ¿porque hoy no fui feliz?
Seguí caminando, chutando piedras, dejando mi pantalón con el ruedo embarrado y entonces sucedió.
Mi teléfono comenzó a sonar y el corazón intentó saltar queriéndose salir por mi boca. Era mi asistente que necesitaba unos datos. En ese momento entendí, mi razón, le gano a mi corazón, pero todos perdimos.
No puedo con mi corazón, las piernas me temblaron y me senté en la orilla, junto a un sauce, y ambos nos pusimos a llorar… el paisaje últimamente lo admiraba para describir, ahora, ya no tiene razón de ser, nadie escuchara su descripción… En este momento, trato de darle un nuevo sentido.

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