miércoles, diciembre 05, 2007

S/C...



La cobardía poética, merece tortura y muerte. Todos en picada hasta hacerla desaparecer. Sin mayores cuestionamientos.

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Uno va por partes, al universo. A conversar con él algunas cosas, nunca muy brillantes. Disquisiciones, dígase. Breves interludios. Operetas pero al final, francas conversaciones. Intercambios de palabras. Quizá por ahí un error. Alguna agnóstica falla. Pero nada grave.

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La música. La música comparte, acude con sigilo, a rescatarnos con su fenomenal fuerza, y nada más del “ojo por ojo, diente por diente”. Así de inmensa suele ser la música.

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Ya no escribe el que secuestra, el que desplaza en sus cadenas, este renegado cementerio aullando. Avizorando así esqueletos que aún asoman testa y media. Descompuestos por ahí, exiliados de la vida. Maldiciendo en sus cantatas y oraciones.


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